A Mercedes, por el hilo que la une al secreto
Porque hiciste mi gesto eterno supe
que eras la muerte: porque ella sólo podía
amarme si no había
hombres para mí, vivos:
sólo ella
podía amarme; y supe también que tú eras
la Muerte, y que me amabas.
El rostro de la Humanidad era
para mí el de nadie: como para ella,
como para ti: eres negra y no quieres
nada de lo que vive y no sabe
hasta morir que te desea.
Y vi, a través de ti, cómo surgían
y surgen cabezas de la tierra helada:
cabezas, yelmos, corazas, espadas
es el fruto que cosecha la tierra en este año
que tanto recuerda al último, al siguiente,
y me amaste porque ya lo veía, porque
veía crecer ya en el huerto o el fruto
monstruoso que incorporaba en sí
todo dolor e injusticia y desastre
y me dijiste: <<he aquí mi primer hijo
yo que nada sabía del ridículo
acto de nacer!>>. Y agregaste:
<<Éste reirá de todo,
y lo encenegará todo con
el veneno de su risa mortal:
cuando no haya nadie
que recuerde cómo se reía, éste reirá.>>
Y te reíste de mí, como mi madre
al ver que yo había nacido de ella.
Tan inmenso
era el frío en las ciudades
que algunos sabían que no era locura
ni es, creer que caerán –sobre mí
o seré yo el que caiga al morir sobre tu cuerpo.
Pero en el frío crecían
seguían creciendo –la peor de las alfombras
de césped– los huesos y la carne de soldados
que crecían sobre la tierra helada. Y me dijiste:
<<ellos no tendrán miedo, porque están
muertos, lo mismo que tú me amas,
a mí que soy negra
como la vida, e hice una piedra de tu gesto>>.
Y los muertos brotaban sobre la tierra helada
–cabezas, yelmos, corazas y espadas
porque la Muerte se había hecho vida.
Y pregunté
–te pregunté entonces–: <<Será mi alma
buen alimento para perros?>> y contestaste: <<no esperes
que ella sirva para otra cosa: fue creada
y pensada lo mismo que tu cuerpo y huesos para
nutrición de los perros finales –lo mismo
que tu palabra>>. <<Y ¿nada he de esperar?>> <<Nada.>>.
y vi cómo espadas y corazas y yelmos
crecían sobre el campo más yermo
Y me olvidé.
Leopoldo María Panero, este poema forma parte de Narciso en el acorde último de las flautas. Btw, encontrado also en Poesía Completa.