Me pago a mí mismo por olvidar, hasta el diablo tiene que olvidar para seguir siendo malvado. De lo contrario; congruencia. Freezed, El Camino del Ángel. La luz tan pura que nos hace transparentes. Lagartijas tras un foco. Prefiero comerme las visceras a verlas tras una lámpara gigante. Eso digo, pero en las dos hay tacto, y me gusta tocar con el tiempo y la distancia. Hacer de todo eclipse.
Desprecio la mayoría de las intenciones y aspiraciones de la literatura contemporánea. Usar un saco, hablar sobrio y formalmente como algo presumible. Saberlo todo. Prefiero el aderal, el sexo y el vacío, triadas que quemen, y aun así esa combinación me encoje la polla. Lo mío es más tranqui, utopía es bebidas sencillas, vino, café, agua, placeres primarios, sexo, mota, afecto y anfetas cuando no me molesta andar seco, pero lo más; buenos textos y baños de sol. Procurar el silencio para sentir el flujo de las palabras quemando lo real.
Desconozco por qué no nos hemos fumado la piedrita de que los textos son retroactivos, y quizá la partícula atómica en definitiva con la que se pueden establecer más juegos de modos. Una simpleza tan ignorada, que el considerarlo da la sensación de iniciarse en la magia negra. Entendemos la literatura como lo ya escrito, y lo determinado. Al menos así es como se percibe y se habla de ella. Nada más esteril que encontrar propiedades homogéneas en un texto.
¿Y qué pasaría si invocaramos en los textos la potencia dildo?
¿Cómo cummearíamos el mundo?