¿Cuántos sancudos me tienen que picar para que se convierta en psicodelia? Sé que soy fuerte, pero un zumbido insidioso me susurra que es la juventud. Pues ya qué vergas. Cierro los ojos y vislumbro un televisor cuadrado con pantalla curva y de cristal que proyecta un niño canadiense full abrigado restregándose en el suelo, sigo intentando conciliar el sueño y me muevo de un lado a otro, mi pobre angelito or that shit; ángeles de sudor sobre mis sábanas. I was looking for a job and then i found a job…
1 AM, han pasado quince minutos y mis ojos tiemblan mientras procuro mantenerlos cerrados para que la oscuridad prolongada corte el flujo de mi conciencia. Estoy listo pa’ morir, pero pa’ amar soy joven, no me importaría no despertar.
Quizá la pesadez se debe a que sigo ensimismado en su presencia. Mi mente supone lo que mi cuerpo afirma. Ayer hablamos hasta las tres de la mañana, y escuchar su voz me relajó tanto que mis párpados ya pesaban como bloques desde cuatro horas antes.
El inicio fue abrupto; fatalidad y llanto. Una vez descargada la tensión, nos pusimos al corriente sobre nuestras vidas. Recordé el efecto opioide de sentir su peso abultado sobre mi pecho.
Calma de ruido blanco desplaza toda posible trama o sospecha.
Tranquilidad.
Flashbacks de mi voluntad sobre revolucionada para mantener carnosa una erección cotidiana. No sé del resto, pero al menos en mi cuerpo, la erección es deseo en circulación. Nada más fijo que algo seguro en el mundo, la idea de el mismo amor como ancla afectiva a la N [1] potencia, parece presuponer también el mismo cuerpo, Jean Luc Nancy lo ha advertido todo al respecto; la moral está encarnada y la monogamia puede ser un artilugio tan deseable como un piercing en el pezón. Hacer una representación de lo mismo cada vez me parece acorralador y asfixiante. Horror. La idea de pesadilla. Taquicardia de sólo escribirlo.
Mi calor no es certeza de nada en el mundo.
2:30, Las certezas entonces me ponen flácido. Desconozco si fue la literatura quien me ayudó a desarrollar tal malformidad. Sólo encuentro placentero el almorzar con Waffles y miel de maple una vez que me encuentro como ahora -abatido y sin respuestas- durante un periodo prolongado.
Me he desvelado casi toda mi vida.
3 AM, Me da gracia cuando alguien pinta un 6 6 6 en el barrio, yo canto lalalá, nunca me entenderán. Desde hace ya algunos años entiendo en mi cuerpo y acciones la búsqueda de un tabula rasa. Ahora, el pizarrón escribe; Mata a la cabeza, lo real es aburrido, y lo que salga del pizarrón que escribe al menos es potencial fuga del mundo ya semiotizado. Prefiero enamorar al mayordomo para descubrir meses después que nuestra relación era zoofilia y el millonario era él. Volver general a mi caballo, buscar molinos para estamparme. Todo menos preocuparme sobre qué pedir por Rappi apoltronados frente al streaming, repegados entre el ruido blanco de nuestras disociaciones cognitivas. Que revisen mi celular mientras duermo. Ni siquiera yo sé quién soy.
Mi cuerpo se relaja y comienza a proyectar imágenes. Estoy frente a una atractiva y joven reclutadora de RH en lo que parece ser una sala de juntas en el piso intermedio de un rascacielos atiborrado de cubículos. Cientos de pisos. Cientos de cubículos por cada piso. Millones humanos hablando con otros desde sus cubículos.
Yo: ¿Mi más luminoso deseo, dice?
RH: (sin parpadear, asiente detrás del cubrebocas mientras sostiene un plumón frente al currículum rayoneado.)
Yo: Traicionar todo espejismo de identidad. Sodomizar el a priori. Lo luminoso no existe. Desvanecer el signo, que nos mantiene fuera y bajo su hechizo.
Un zancudo vuela alrededor de mi oído y el edificio entero desaparece. La conciencia de sábanas vuelve a mi cuerpo.
Me encantaría poder dormir. No me puedo masturbar, necesito el dinero.
5 AM, hora de dormir.
[1] El color azul como representación del orden en que bajamos el placer al cuerpo; de lo ideal a lo material. ¿Se han fijado que Inditex nos viste en cada rincón del planeta? ¿Si todos compramos la misma camisa todos tenemos el mismo deseo?.